jueves, 21 de mayo de 2009

Mi cruzada contra los hierbajos


Que habré hecho yo para merecer esto...
Cuando uno tiene una casa en el pueblo, como es mi caso, la teoría dice que vas allí a relajarte, disfrutar del campo, los pajaritos, ricas viandas a la vera de un buen fuego, y maravillosas siestas perpetuas en un mar celestial de silencio. PUES NO !!!

Hoy he vuelto a ir al pueblo, para situar un poco la escena en cuestión, decir que es un pueblo pequeño del Campo de Borja que se llama Pozuelo de Aragón en el cual nació mi abuela Patro ( viene de Patrocinio). Allí tenemos una casa que es por decirlo de alguna manera peculiar, es cueva y es casa, es decir parte de la casa esta dentro de la montaña, como las bodegas de toda la vida. Tiene cosas buenas y malas, buenas la temperatura se mantiene todo el año, por lo cual en invierno esta caliente y en agosto dormimos con manta por otro lado lo peor es la humedad y las grietas.

En un principio teníamos solo la cueva pero hace unos años heredamos parte de una casa que era de mi abuelo Ismael y juntamos la cueva con la casa, como se dice en los pueblos , hacemos la vida en la casa. La casa tiene baño, cocina , salón y en el piso de arriba terraza y un cuarto de aluminio que es como un invernadero y en invierno retiene el calor y se esta de cine. El "salón" al cual siempre lo hemos llamado así y así se llamará durante generaciones, es grande, rectangular con un montón de ventanas, tiene una cocina que reformamos y que quise no desentonara con el resto de la casa, la cocina es de baldosas como las de antes blancas y algunas azules ( como el Real Zaragoza, fue casualidad), y esta hecha de obra , los muebles son de ladrillo como antiguamente, a mi me fascina... es mas diría que hasta la comida cocinada en ella me sabe especial. El baño lo mismo quisimos darle un aire antiguo pero practico con una encimera de obra en la que apoya el lavabo de porcelana precioso. Otra de las cosas que me gustan es la chimenea, unos chicos de la Comarca trabajan muy bien la piedra, y les encargamos una chimenea de piedra a medida hecha a mano, el resultado fue espectacular, y tiene un tiro increíble, no entra ni una gota de humo. Mi abuelo encargo a unos artesanos de la madera una gran mesa con sus 14 sillas ( imaginaos el tamaño) para las reuniones familiares , aun recuerdo todos sentados a la mesa, que felicidad, tíos, primos, yayos, y siempre ... un buen porrón de vino , costillas a la brasa con morcilla, panceta, migas de mi abuela, croquetas de huevo que era otra de sus especialidades.

En fin, son tantos los buenos momentos que podría escribir sin parar. Pero tengo que centrarme en "mi cruzada contra las hierbas", Entre las casas familiares tenemos la replaceta, si otro de nuestros nombres, antes era de losas de piedra rojizas y entre ellas salían desde espigas de maíz verde hasta flores silvestres como las margaritas y las amapolas. Desde niño recuerdo a mi abuelo , a mi padre y después a mi , quitándolas porque salen por todas partes. Las hierbas no son fáciles de quitar y mas con las piedras, hay que quitarlas desriñonandote literalmente a mano y con la azada. Cuando reformamos la replaceta la hicimos toda de cemento , perdió su encanto en parte , pero por otro me libre de parte de esas horribles hierbas. Es un suplicio interminable solo recompensado por la satisfacción propia de haberlas quitado y darte un buen manguerazo de agua para refrescarte, antes de un vermut ganado a fuerza de sudor. El problema es que cuando vuelves han salido otra vez y vuelta a empezar.

¿Pero como puede ser? es como una maldición, antes lo hacia mi abuelo porque tenia tiempo, siempre estaba quitándolas con sus fuertes manos , curtidas y ajadas tras años de trabajo incesante por sacar a la familia adelante , eran otros tiempos en los que un hombre trabajaba desde que salia el sol hasta que se hacia de noche con tal que a los suyos no les faltara algo que echarse a la boca. Mi padre que es la generación entre mi abuelo y yo, ha relegado tan ardua labor en mi persona, y ahora siento como si algo dentro de mi , el espíritu de mi abuelo , me lleva a seguir quitándolas una y otra vez, es extraordinario.

Hoy he terminado de quitar todas las hierbas, no es que posea una gran finca, sino todo lo contrario una humilde porción del paraíso en la tierra, pero suelo tardar varios días, lo peor es que se que volverán y mi cruzada persistirá en el tiempo... y tal vez mi hija o mi nieta sentirá lo mismo que yo siento en estos momentos, estoy molido pero feliz de haber terminado la tarea encomendada...

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